7 jul 2009

¿Quién se ha llevado mi queso? (1a Parte)

Voy a escribir sobre un tema que he venido tocando en las últimas columnas y sobre todo en la última: el miedo al cambio.


Para eso me voy a basar en un libro escrito por Spencer Johnson que se llama “Who moved my cheese” (“Quién se ha llevado mi queso” traducido al español).


La temática trata sobre: ¿Cómo adaptarnos a un mundo que está constantemente cambiando?


Todo sería tan facil si tuvieramos el mapa al laberinto. Si la misma ruta funcionara siempre. Si solamente dejaran de mover el queso. Pero las cosas continúan cambiando dice la presentación del libro.


A través de fabulas, metáforas y personajes poco comunes uno va encontrando respuestas muy simples a situaciones cotidianas.


Voy a intentar en estas semanas contarles un resumen del libro con aquellos pasajes que nos dejan enseñanzas y hacer alguna reflexión acerca de él.


El libro habla de cómo enfrentar los cambios en todos los órdenes de la vida: ya sea laboral, familiar, de pareja, etc.


Este libro ha sido utilizado en las mayores organizaciones del mundo y sirve tanto para los dueños, los Directores, Gerentes, personal y cadetes de una empresa. Habla sobre cosas que le pasa a cualquier ser humano esté donde esté.


El libro comienza contando una reunión de un grupo de ex – alumnos de liceo que se reencuentran después de muchos años y comienzan a hablar de sus vidas actuales. El tema que más surgue en la conversación es como han cambiado las cosas para todos y el miedo que sintieron o que sienten cada vez que las cosas continúan cambiando. Incluso en aquellos que siendo jovenes parecía que se llevaban la vida por delante.


Uno de ellos, contó como todo cambio lo asustaba hasta que escuchó de una historia divertida que le había modificado la vida. La historia se llamaba ¿Who moved my cheese? o ¿Quién se ha llevado mi queso? en su traducción al español.


La historia se desarrolla en un lugar lejano, en una especie de campo alejado lleno de laberintos.


Los personajes son cuatro: dos roedores (Scurry y Sniff), y dos pequeñas personas (Hem y Haw).

Los nombres que por supuesto están en ingles tienen su significado y delata la característica más sobresaliente de cada uno de ellos. Más adelante en el transcurso de esta columna iremos diciendo su significado.


Todos los días los cuatro personajes tenían un objetivo: pasar tiempo en el campo, metiendose dentro de los distintos laberintos, buscando su preciado queso.


Los roedores por su calidad de tales, tenían poca inteligencia pero un buen instinto. Por el contrario las dos pequeñas personas utilizaban mucho su cerebro lleno de creencias y emociones.


Tanto los roedores como las pequeñas personas tenían dos cosas en común: todos los días se ponían su equipo deportivo, dejaban sus hogares, se metían dentro de los laberintos e iban en busca del queso.


Los laberintos eran lugares oscuros, lleno de corredores, y eran lugares faciles para perderse.


Los roedores para encontrar el queso utilizaban el simple y viejo método de busqueda y error.

Iban por un corredor, sino encontraban nada, daban la vuelta, recordaban por donde no tenían que volver y seguían buscando.


Uno de los roedores, Sniff (que utilizaba su gran nariz) era el encargado de oler y rastrear donde podía llegar a haber queso. Mientras que el otro (Scurry) tenía la habilidad de correr rapidamente hacia el queso y encontrarlo.


Las dos pequeñas personas, también utilizaban sus habilidades para pensar y aprender de las experiencias pero generalmente utilizaban sus complejos cerebros para encontrar métodos más sofisticados.


Algunas veces les iba bien, pero en otras, sus creencias y pensamientos les hacían perderse, lo que les hacía sus vidas más complicadas y desafiantes.


Sin embargo los roedores y los dos pequeños personajes encontraron en la sección C su camino al queso tan deseado y tan buscado.


Todos los días, los roedores y las pequeñas personas habían establecido una rutina y salían cada mañana en busca del queso que habían encontrado. Los roedores continuaron todos los días levantandose temprano yendo a buscar el queso pero a lo largo del tiempo las dos pequeñas personas empezaban a levantarse un poco cada día más tarde, a vestirse más despacio y a caminar más despacio, ya que sabían que el queso iba a estar ahí.


Los dos pequeños se empezaron a sentir comodos, felices, seguros y satisfechos con la situación.

Pasado un tiempo la confianza de los dos pequeños se tornó en arrogancia. Estaban tan cómodos que no se daban cuenta que algo estaba sucediendo.


Un día, los pequeños roedores llegaron a la estación C y encontraron que no había más queso. No les llamó para nada la atención. Desde hacía tiempo se habían dado cuenta que cada mañana que iban, había menos queso y estaban preparados para ese momento.

Se miraron, agarraron sus equipos deportivos y se fueron. No analizaron para nada la situación. Ésta había cambiado por lo que los pequeños roedores decidieron cambiar: comenzaron nuevamente a buscar otro lugar donde encontrar más queso.


Por el contrario, los dos pequeños no se habían dado cuenta de la situación, se habían confiado en que el queso estaría ahí para siempre. No estaban preparados para el cambio. Cuando llegaron y no encontraron el queso empezaron a gritar: ¿Quién se llevó mi queso?????


Uno de ellos se puso las manos en las caderas, su cara se puso roja y gritó: “no es justo!!!!”.

Mientras uno gritaba, el otro prefería no escucharlo. La actitud no era productiva, pero era entendible: el queso había desaparecido.


Encontrar el queso, había sido complicado y era lo que a ellos los hacía feliz, o por lo menos lo que ellos pensaban que los hacía feliz. Para cada uno de ellos el queso significaba en el fondo otros deseos materiales.


Como era tan importante se pasaron un buen tiempo decidiendo que iban a hacer y cada vez se deprimían más. Habían hecho planes a futuro basados en el queso. Nadie les había advertido que el queso iba a desaparecer. Las cosas no se suponía que fueran así.


Antes de irse esa noche a su casa, dejaron una frase escrita en la pared: “Cuanto más importante el queso es para vos, más uno quiere aferrarse a él”


Al otro día, los dos pequeños volvieron al lugar pero seguían sin encontrar nada. Se preguntaban que había pasado y donde estaban los pequeños roedores, “quizá ellos si supieran donde estaba el queso”


Se trataban de explicar entre si que eran simples roedores, que ellos eran más inteligentes y por lo tanto se tenían que dar cuenta que las cosas habían cambiado y que ellos tenían que cambiar.


“Quizá debemos dejar de analizar la situación y ponernos a buscar más queso” dijo Haw.

“No, le dijo Hem, yo voy a llegar al fondo de la situación”


Mientras tanto, en otra parte del campo, los roedores de tanto buscar volvieron a encontrar una gran fuente de queso.


Haw trataba de convencer a Hem en salir al laberinto a buscar más queso pero éste se negaba, decía que estaba viejo, y que se iban a perder y él no quería eso.


Se pasaron mucho tiempo volviendo al mismo lugar, esperando que algun día volviera a aparecer el queso.


Uno de ellos se imaginaba corriendo por los laberintos tratando de encontrar nuevo queso y eso lo hacía sentir feliz, se sentía seguro de que iba a encontrar nuevo queso.


“Algunas veces, las cosas cambian y nunca son iguales. Esa es la vida. La vida continúa y nosotros tambien tenemos que hacerlo”


Haw le escribió a Hem para en la pared de forma de animarlo: “Si no cambias, podrías desaparecer”


Al final Haw decidió salir por más queso y volvió a escribir en la pared: “Qué harías si no tuvieras miedo?”


A veces el miedo es bueno para hacerte mover, pero no tan bueno si te deja inmovil.


Cuando Haw salió se sintió cansado, se dio cuenta que la comodidad lo había hecho sentirse inutil.

Se dio cuenta que si alguna vez le sucedía lo mismo tenía que adaptarse más rapidamente al cambio.


Las cosas al principio no se daban como se imaginó, encontró muchos cambios en el campo, pero prefería eso a la comodida de no encontrar nada de queso.


Estaba tomando el control más que dejando que las cosas sucedieran.


En un momento se puso a pensar y se dio cuenta que ultimamente el queso que estaba apareciendo en la estación C no era del mejor y cada vez era menos. Admitió que tal vez si se hubiera puesto a pensar, se hubiera dado cuenta.


Se sentó un rato a descansar, y escribió nuevamente en la pared de forma de expresar sus sentimientos: “Huele el queso de vez en cuando así sabrás si se está poniendo viejo”


Se dio cuenta que cada vez tenía más miedo pero que ese miedo no lo iba a ayudar en nada, así que hizo lo que debía, escribió en la pared: “Moverse hacia una nueva dirección te ayudará a encontrar nuevo queso”


Se dio cuenta que el miedo se le había pasado y que eso lo motivaba a seguir buscando: Imaginarme a mi mismo disfrutando de un queso incluso antes de encontrarlo, me hace ir tras él”


Haw iba encontrando de a ratos pedazos de queso pero cuando entraba a la estación nueva siempre estaba vacía. Se enojaba al saber que si se hubiera movido más rápido lo hubiera encontrado él mismo.


Antes de seguir su paso escribió nuevamente: “Tan rápido dejes el viejo queso, más rapido encontraras el nuevo”


Se dio cuenta que no era la busqueda del queso lo que lo hacía feliz, sino el ir tras él sin miedo.


El miedo que uno tiene ante el cambio es mucho peor que la situación de no tener nada.


Continuará....

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