31 may 2012

Las 10 claves del fracaso emprendedor


Cansados de la relación de dependencia o simplemente buscando desarrollar un camino de crecimiento diferente, cada vez más personas se están volcando al desarrollo de emprendimientos. Pero así como la tasa de creación de emprendimientos crece, también aumenta la de mortalidad. Para evitar la desmotivación emprendedora es bueno tener en cuenta cuáles son los principales aspectos causales de fracaso.

Las cifras de creación y cierre de empresas en la Argentina arrojan guarismos llamativos: cada año, alrededor del 20% de los argentinos económicamente activos crea una empresa, pero 4 de cada 10 proyectos fracasan en su primer año de vida. De los 6 que sobreviven, otros 5 quedan en el camino en los siguientes 9 años.

Cuando me preguntan cuáles son los principales problemas o errores por los que fracasan los emprendedores, empiezo a responder con preguntas: ¿Qué edad tiene el emprendedor? ¿Dónde vive? ¿Es hombre o mujer? ¿En qué industria se encuentra? ¿En qué etapa de madurez está el negocio? 

Aunque existen muchos elementos a considerar, a lo largo de más de 500 planes de negocios analizados, un sinnúmero de emprendedores capacitados, asesorados y entrevistados, he logrado resumir los 10 pilares fundamentales del fracaso emprendedor.

Independientemente del orden, y de la ponderación que cada aspecto tendrá en cada situación particular, estos problemas son las más recurrentes causas de tropiezos que he encontrado y deseo compartir. 


1. ¿Existe pasión?

El camino emprendedor está lleno de trabas, desilusiones y problemas. El emprendedor debe tener un temple de acero y, para poder soportar todos los altibajos, fundamentalmente debe tener pasión por lo que hace. Emprender es como escalar el Everest: sólo llegan los movidos por la pasión, los que enfrentan sus miedos, y no los movidos sólo por ambición.

2. ¿Tener pasión, es suficiente?

Rotundamente no. La pasión es necesaria pero no suficiente: se requiere de conocimiento específico en materia de negocios. Nadie duda de que el emprendedor conoce sobre el producto o servicio en profundidad, pero para hacer negocios es necesario desarrollar habilidades diferentes. Por ejemplo, existen modelos que permiten optimizar (tiempos, costos) la distribución de productos. Otros que permiten calcular el nivel de precios más adecuado de acuerdo a diferentes enfoques. También existen aquellos que nos pueden indicar hasta dónde podemos crecer sin resentir nuestra estructura financiera. Estos conocimientos y habilidades pueden ser adquiridos mediante capacitación, con la inclusión de un socio con experiencia o con asistencia externa.

3. ¿Es negocio?

Muchas veces, el enamoramiento del emprendedor hacia su producto o servicio es tan grande que desatiende lo inherente al negocio. Me refiero a que una buena idea, un buen producto o un buen servicio no necesariamente implican un buen negocio. Muestra de esto es que el 90% de los emprendedores no sabe cómo medir la rentabilidad, por lo que van a ciegas tomando decisiones inadecuadas a lo largo del proceso.

4. ¿Es sostenible?

El emprendimiento es como un hijo, y no hay nadie más bonito que el propio hijo. Pero lo cierto es que, al salir al mercado, deberá competir directa o indirectamente con una serie de alternativas. Y no sólo eso: pueden aparecer nuevos competidores que copien o mejoren la idea. Es necesario que el emprendedor construya ventajas competitivas sostenibles e innove, ya que la inversión y los gastos son seguros, pero los ingresos no.

5. ¿Quién es el cliente?

“Todos” es una respuesta que escucho con frecuencia. Pero lanzar un negocio para todos, es como lanzar un negocio para nadie. No es lo mismo una persona joven que una adulta, un hombre que una mujer, un profesional que un ama de casa… Cada grupo de consumidor elige con criterios diferentes, tiene necesidades distintas, va a comprar en distintos canales, etc. Focalizarse en un segmento o nicho de mercado permite ajustar el concepto para el cliente objetivo más conveniente.

6. ¿Cómo, cuándo y cuánto crecer?

Todos aspiran a crecer y vender cada vez más. Parece algo natural. Pero muchos emprendimientos mueren justamente en la etapa de crecimiento, ya que no consideran el impacto del capital de trabajo: para cobrar primero hay que vender, y antes de ello hay que producir, almacenar, pagar las compras… eso es dinero que está circulando dentro de la empresa. Es el equivalente a la sangre en el cuerpo humano: si crecemos de golpe y no tenemos la sangre necesaria dentro del organismo, colapsaremos.

7. ¿Hay un modelo o un plan de negocios? 

Un modelo o plan de negocios es como simular el desempeño del emprendimiento en un papel, antes de lanzarlo al mercado. Nos permite evaluar todos los elementos necesarios y suficientes para equivocarnos lo menos posible. El problema es que muchos emprendedores ni siquiera han hecho el más básico de los análisis antes de abrir un negocio, lo que explica la alta tasa de nacimiento y muerte de los emprendimientos.

8. ¿Hay riesgos? 

Aunque es parte de un buen plan de negocios, no es común encontrar los puntos débiles o riesgos en él. Todo proyecto tiene riesgos, y no hay nada mejor que considerarlos como parte del análisis para dar una adecuada respuesta, por ejemplo, elaborando un plan de contingencias. Pocos emprendedores creen que su proyecto es endeble, y lo defienden con gran pasión y convicción. Una pregunta que les hago siempre es “¿estaría dispuesto a vender su auto o casa, e invertirlo en el proyecto?”. A los pocos que se animan a responder “sí” les digo: “Bien, una vez que lo haga, vuelva y vemos”. Ahí medimos si hay realmente riesgos o no.

9. ¿Cómo financiarse? 

Todo es muy lindo, pero muchos emprendedores van con su “gran negocio” golpeando puertas en busca de financiación. Una vez superadas las primeras fuentes de dinero (propia, familiares, amigos), deben analizar si agregan capital societario o si toman deuda. Sin saber medir la rentabilidad y sin contar con un adecuado flujo de fondos, será muy difícil acceder a financiación conveniente. “Endeudarse no es bueno” parece ser una premisa de muchos, aunque es falsa, ya que puede apalancarse el negocio con un préstamo adecuado.

10. ¿Qué necesita? 

Abra su cabeza, sincérese y haga un listado de lo que le está faltando. Busque apoyo, ya que sus amigos y su familia aplaudirán su proyecto, incluso siendo malo. No saben más que Ud. del negocio y para colmo – como lo aprecian – no querrán desalentarlo. Capacítese, asesórese, y busque personas con probada trayectoria. Recuerde que su negocio es suyo, y nadie lo defenderá tanto como Ud.

Estos puntos son comunes a todos los emprendedores, independientemente del rubro, edad, ciudad… Y, aunque no es malo fracasar si es que de ello se aprende, la idea no es tropezar con las piedras que uno pudo haber evitado.

Por Diego Pasjalidis

¿Qué es branding personal?


De la misma forma que un producto (o servicio) tiene su planificación de marca, todo profesional debería elaborar una estrategia marcaria propia para lograr diferenciarse y conseguir mayor éxito en el ámbito en el que se desarrolle.

Hace un tiempo atrás, un alto directivo de una firma multinacional dijo: “El patrimonio más grande que podemos tener como empresa está conformado por dos elementos: nuestra gente y nuestras marcas”. La realidad es que al consultar reclutadores y especialistas en recursos humanos la mayoría coincide con que el factor humano es clave para el éxito de cualquier compañía. También muchos expertos en Marketing resaltan que las marcas representan el elemento determinante para conquistar los mercados.

Si tomamos los dos elementos del éxito empresarial (personas y marcas) surge una combinación de palabras que desde hace un tiempo se repite en varias publicaciones del mundo de los negocios: branding personal.

Las marcas (o brands) brindan a sus dueños la posibilidad de identificación y diferenciación. Una marca funciona en muchos casos como un elemento clave en estos aspectos. Pensemos que no es lo mismo comprar una campera negra con o sin tres tiras blancas en su pecho (Adidas). Gracias a esta diferenciación, las marcas brindan a sus consumidores confianza (por el cumplimiento de una promesa sostenida en el tiempo) y dan a la empresa la posibilidad de obtener mayores ingresos dado que si los elementos de diferenciación son percibidlos como positivos los consumidores estarán dispuestos a desembolsar una mayor cantidad de dinero por nuestros productos. Pensemos la diferencia de desembolso existente entre el café que consumimos en nuestros hogares (comprado en el supermercado) versus el que podemos disfrutar en un local de Starbucks.

Ahora bien, el gran desafío para las empresas consiste en gestionar las marcas de tal manera que permitan obtener mejores resultados, ganancias y en definitiva el éxito en los mercados en que se desempeñan. Es así que aparece el branding como proceso de construcción y administración de una marca mediante la gestión estratégica de los diferentes aspectos que la identifican y diferencian.

En un mundo donde los productos y servicios tienden a ser cada vez más parecidos, donde la cantidad de productos y servicios en oferta tiende casi al infinito y donde no abunda la confianza (o al menos está en crisis), una marca poderosa se convierte en el principal patrimonio de una empresa para realizar estrategias competitivas y ganar los mercados.

Todo lo anterior representa la teoría tradicional del marketing acerca de las marcas. Nuestra siguiente pregunta a responder es: ¿Qué es el branding personal?

El branding personal o marca personal es un concepto que implica considerarse a uno mismo como una marca. De la misma forma que un producto (o servicio) tiene su planificación marcaria, todo profesional debería elaborar una estrategia de marca propia para lograr diferenciarse y conseguir mayor éxito en el ámbito en el que se desarrolle.

La marca personal, al igual que la marca de un producto o servicio, es un intangible que involucra muchas áreas del individuo. Entre las más importantes podemos mencionar la apariencia externa, los valores internos, las habilidades únicas y diferenciales (conocidas como core-competencies), la red de relaciones (personales y profesionales) y obviamente toda formación y experiencia en una o distintas áreas de conocimiento (comúnmente conocida como currículum vitae).

Wikipedia nos dice con respecto a este tema que “el concepto de marca personal no trata de convertir a las personas en objetos materiales, antes al contrario, trata de que la persona no sea catalogada como un currículum vitae, desapercibido, igual a otros, sino que la persona sea vista como diferente y capaz de aportar su valor único e irrepetible”.

Como solía decir un profesor de Marketing en la Universidad de Buenos Aires, cuando se refería a la diferenciación: “Si eres uno más… te conviertes en uno menos”.

Es por ello que los reclutadores y empresas buscan gente “diferente”, en la que puedan depositar su confianza. Al igual que como ocurre con los productos, nuestra marca “persona” actúa como un elemento diferenciador y de posicionamiento. En definitiva son estos factores, si es que se los maneja sabiamente, los que pueden aportarnos ventajas en el camino al logro de los objetivos laborales.

“Una marca personal poderosa es el mayor capital que podemos tener como profesionales”.

A partir de aquí comienza el camino de planificación, construcción y gestión de nuestras marcas.

Por Santiago Zuccherino y Agostina Verni*